Durante la epopeya de la Armada Invencible en su periplo por las costas de las Islas Británicas, la historiografía siempre ha destacado el increíble y tormentoso peregrinaje que tuvo que realizar el capitán Francisco de Cuéllar en su regreso a España. Se le han dedicado libros e incluso documentales.
Mientras tanto, otra dramática historia permanecía oculta en los archivos. Es el momento de recuperarla; esta es la historia de supervivencia de Juan de Uranguren, el otro Francisco de Cuéllar.
Los inicios de Juan de Soranguren en la Armada
Juan de Soranguren, natural de la villa de Hernani, provincia de Guipúzcoa, comenzó su servicio en la Armada Española en la nao María Juan, embargada el 10 de abril de 1586 en El Pasaje por orden de García de Arce, capitán general de Guipúzcoa.
El 23 de agosto de 1586 partió de El Pasaje (actual Pasajes/Pasaia) en una escuadra de ocho naos y cuatro pataches a cargo de Juan Martínez de Recalde con dirección a Lisboa, desde donde el 16 de julio de 1587 se unió con la armada del marqués de Santa Cruz para participar en la campaña de las Azores persiguiendo a Drake y dando protección a la flota de las Indias en la Isla Terceira.
Soranguren permaneció en las Azores hasta el 28 de septiembre de 1587, fecha en la que partió de nuevo hacia Lisboa sufriendo un tremendo temporal a bordo de la María Juan.
En la jornada de Inglaterra a bordo del María Juan
Su nao, incorporada más tarde a las fuerzas del duque de Medina Sidonia a su salida de Lisboa para participar en la jornada de Inglaterra siguió los movimientos del galeón San Martín y llegó a La Coruña hacia el 6 de julio de 1588.
Partió de La Coruña, con el resto de la Armada, el 22 de julio de 1588 con una dotación de 275 hombres y como parte de la escuadra de Vizcaya a las órdenes de Juan Martínez de Recalde. El día 8 de agosto, cerca de Gravelinas, Soranguren recibiría su bautismo de fuego en la jornada de Inglaterra.
Tras el episodio de los brulotes, el ataque inglés sobre la escuadra de Recalde, efectuado tanto por la mañana como por la tarde del día 8 de agosto, dejaron destrozada, sin timón y desarbolada a la María Juan y, al ponerse el sol, levantándose el mar, ésta ya estaba a punto de naufragar.
Aprovechando el paso del galeón San Juan de Recalde a las 21:00 y siendo ya noche cerrada, los supervivientes del ataque inglés a la María Juan comenzaron a descolgarse precipitadamente al agua por las jarcias del maltrecho barco que estaba zozobrando.
La mayor parte de ellos perecieron ahogados, a excepción de unos treinta hombres (entre los que se encontraba Juan de Soranguren), que pudieron subirse a una lancha.
En el canal de Flandes, un patache bretón observó unos 300 cadáveres flotando (muy posiblemente sus compañeros). Mientras, los supervivientes, entre los que también se encontraban el capitán Francisco de Castejón, Pedro Sáenz de Ugarte y Gaspar de Ezpeleta (caballero navarro que tenía todo el rostro quemado) fueron redistribuidos en otros barcos de la Armada.
A bordo del San Juan de Sicilia
Veinte de los supervivientes, los más afortunados, fueron enviados al galeón San Juan el menor. Unos pocos, entre los que se encontraba Juan de Soranguren, no tendrían tanta suerte y pasaron al San Juan de Sicilia, donde les esperaría de nuevo la tragedia.
El 10 de agosto de 1588, Juan de Soranguren navegaba ya en la nao San Juan de Sicilia, una nave de construcción ragusana perteneciente a la escuadra de Levante, en la que navegaban unos 320 hombres y que se encontraba en un estado lastimoso.
El San Juan de Sicilia, al mando de Diego Téllez Enríquez, había tenido su bautismo de fuego antes que la malograda María Juan. El día 2 de agosto ya se había batido con los ingleses de la escuadra de Howard.
El día 4 de agosto hizo lo propio con la escuadra de Hawkins y estuvo a punto de poder abordar al Triumph de Frobisher, al que salvó una oportuna ráfaga de viento.
A la altura de Gravelinas, después del episodio de los brulotes, el San Juan de Sicilia fue sometido a un intenso cañoneo por los escuadrones ingleses de Saymour, Winter y Palmer; más tarde, en su tentativa de apoyar al galeón San Felipe, fue rodeada por varios navíos enemigos que le dispararon de tal manera que:
Efectuando reparaciones durante su periplo de regreso a España y separada del grueso de la Armada, el 23 de septiembre de 1588 se encontraba en las proximidades de la isla de Mull (en las Hébridas escocesas) y poco después fondeó en la bahía de Tobermory para hacer aguada y conseguir víveres.
La aventura escocesa
Ayudados por el jefe del clan local, Lauchlan MacLean of Duart, éste pidió a cambio ser ayudado en su lucha contra otros clanes vecinos. Esto obligó a los españoles a permanecer en Escocia y ayudar en la lucha a MacLean; situación que se prolongó durante todo el mes siguiente.
El día 5 de noviembre de 1588, Juan de Soranguren y sus compañeros trabajaban o descansaban a bordo del San Juan de Sicilia, que permanecía atracado en Tobermory. Una enorme explosión, bien fortuita, bien provocada por el espía inglés John Smollet (según unas fuentes) o en una disputa por un robo entre camaradas (según otras), hizo saltar en añicos el San Juan de Sicilia.
Juan de Soranguren, según nos cuenta él mismo:
Se produjo la muerte de casi toda la dotación, a excepción de 16 hombres, que junto a los que vieron desde tierra como saltaba por los aires el San Juan de Sicilia, redujo a unos 50 el número total de supervivientes.
Estos hombres, ahora sin medios para regresar a España, fueron retenidos por MacLean y obligados a continuar apoyando las incursiones y acciones bélicas del reyezuelo local contra los clanes adversarios.
Algunos de ellos lo harían durante dos meses, otros durante un año, mientras que Juan de Soranguren (desconocemos cómo y por qué), a los seis meses consiguió la ayuda de un caballero católico para abandonar Tobermory y dirigirse hasta Noruega.
Su regreso a España
Navegó desde Escocia hasta la isla noruega de Osten, donde embarcó más tarde hacia Dinamarca, para comenzar un viaje a pie que lo llevaría desde la península danesa hasta Alemania, de allí al estado de Milán y más tarde hasta Génova, desde donde embarcó hacia España para llegar en una fecha indeterminada de 1589.
Debemos suponer que pudo, al fin, reencontrarse con su mujer e hijos en Hernani ya que reclamó mediante un escrito a Felipe II los atrasos que se le debían, poniéndose de nuevo a la orden del Rey para poder continuar su servicio en la Armada.
Felipe II, cuando recibió su testimonio, hizo anotar a su secretario, al margen del escrito de Juan de Soranguren, lo siguiente:
Bibliografía:
-«La Batalla del Mar Océano». José Ignacio González-Aller, Marcelino Dueñas, Jorge Calvar y Mª del Campo Mérida. Ministerio de Defensa-Armada Española, 2013
-«Solicitud de ayuda de costa a cuenta de lo que se le adeuda desde que empezó a servir en la nao María Juan». Archivo General de Simancas, GA, leg. 274-333. Juan de Soranguren, 1589
La pretensión británica del no desembarco de la Felicísima Armada en Inglaterra en 1588 como final de la hegemonía marítima española y el comienzo de la británica es una puerilidad que hemos aceptado como muchos chunda-chunda del marketing anglosajón.
Su pretendía hegemonía no fue materializada hasta después de las guerras napoleónicas (otro hito, Trafalgar con plaza en Londres incluida).
Propongo:
-Una plaza para festejar la Contrarmada, donde perdieron todo lo que nos había robado su reina Isabel I.
-Otra plaza para festejar el desastre de Buckingham en Cádiz en 1625
-Otra plaza para festejar el desastre de Vernon en Cartagena de Indias en 1741
-Otra plaza para los convoyes apresados por D. Luis de Cordoba en 1780
-Otra por a derrota en Canarias de Nelson en 1797
Y seguro que me dejo alguna.
Voto a favor, Juan. Un cordial saludo.
Escuchando a un profesor mejicano hablar -YouTube- sobre los conquistadores dijo: No piensen que eran superhéroes de película, eran más bien «chaparritos»; por las armaduras e indumentaria que se conservaban. Yo nunca me he preguntado de que material estaban hechos estos españoles del siglo XVI y XVII, de los descubrimientos y conquistas, de los marinos, de los tercios, pues el material es conocido y el mismo para todos, la diferencia, lo determinante era la fuerza moral, ¿De donde la sacaban? ¿Cómo se nutria? Es imposible hoy en día ponerse en su lugar , el hombre en situaciones extremas hace imposibles, pero para aquellos hombres las situaciones extremas era lo cotidiano. Siempre en la memoria, estamos endeudados.
Ni idea, pero me recuerda a la naturaleza de Romanos a principios de nuestra era o británicos en el siglo XIX…creo que es la necesidad del que no ha nacido para otra cosa que pelear mezclada con la seguridad de estar forjando un destino épico para sí mismos y sus patria.
Ahora, el egoísmo nos puede. Un cordial saludo.
Totalmente de acuerdo, José A. Un abrazo.
Esta labor de los «estudiosos» de poner nombre, de poner los retratos, de humanizar los números fríos de la historia es fundamental para hacer llegar a todo el mundo las gestas españolas de los siglos XVI y XVII, estoy seguro que tanto en archivos públicos, Sevilla, Simancas, como en privados, Duque de Osuna, de Alba, de Medina Sidonia, habra muchas historias que esperan salir a la luz.
Para nosotros, sobre todo, lo más importante es rescatar su memoria olvidada. Un abrazo
Enhorabuena por vuestra labor. El olvido o el desconocimiento, es la muerte más absoluta. Con lo que estais regando con vuestro trabajo la vida en el ejemplo.
Abrazo fuerte y mucho ánimo desde Hispano-Irish
Muchas gracias, amigo Carlos.
La verdad es que nos llena de orgullo cada vez que «rescatamos» a uno de los nuestros.
Un fuerte abrazo
Quiero felicitarles en este 2021 y mantener la idea de que la felicidad y la salud les acompañe, tanto a UDs como a los suyos. El trabajo que realizan en esta página es esplendoroso. Redacción, imágenes y formato total, de gente que sabe. ¡No cometí un error al entrar en ella! Saludos desde Venezuela, seguiremos leyendo.
¡Muchas gracias, Ramón! Es una gran alegría saber que nos leen desde este país hermano. Muy feliz año y muchas gracias por su mensaje. Un fuerte abrazo.
?✌️?? Extraordinaria aventura .Un personaje que enriquece nuestro legado a la historia universal con sello Español
Muchas gracias, Juan Carlos. Estamos muy contentos de haberlo recuperado. Un abrazo.
No deja de sorprenderme el desconocimiento y el aparente desinterés sobre tantísimos hechos con enorme carga histórica que, sin embargo, quedan soslayados en medio del ruido de Hollywood y Netflix. La historia de España es algo más que una báscula de muertos de una guerra Civil. Creo que necesitamos un nuevo relato. Hay que dar vida al español que mató y murió por una causa en la que creía, o incluso al pobre soldado (a veces niños soldado) que ni siquiera sabía por qué luchaba. Frente a los nacionalismos románticos, frente a las patrias enfrentadas, queda la persona: con sus fortalezas y debilidades; con sus miserias y sus glorias. La guerra sigue; ahora es la guerra del relato. Queda mucho por hacer y personas como vosotros estáis abriendo el camino. Podéis contar conmigo.
Hola, JotaCe. Muchas gracias por tu mensaje. Te doy toda la razón en lo que piensas y, de hecho, es nuestra principal misión; acercar a esas personas a nosotros para que sigan vivos. Un fuerte abrazo.